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la Vulgaridad, la Tontería y la Inteligencia

  • En un código penal perfecto figuraría la pena de muerte por vulgaridad.
  • La vulgaridad consiste en pretender ser lo que no somos.
  • La vulgaridad nace cuando la autenticidad se pierde. La autenticidad se pierde cuando la buscamos.
  • La vulgaridad consiste tanto en irrespetar lo que merece respeto como en respetar lo que no lo merece.
  • Cuando descubrimos lo que una persona cree (no lo que dice creer, ni lo que cree creer) la estupidez de su credo usualmente nos confunde.
  • Escuchar al prójimo es una de las más penosas obras de misericordia.
  • Solo el tonto sabe por que cree y por que duda.
  • Porque no entiende la objeción que lo refuta, el tonto se cree corroborado.
  • Cualquiera tiene derecho a ser estúpido, pero no a exigir que veneremos sus estupideces.
  • El imbécil no descubre la radical miseria de nuestra condición sino cuando esta enfermo, pobre o viejo.
  • “Reconciliación del hombre consigo mismo”: la más acertada definición de la estupidez.
  • Los tontos se dividen en dos clases: los que “quieren ser como los demás”. Los que “no quieren ser como los demás”.
  • Quien tenga curiosidad de medir su estupidez que cuente las cosas que le parecen obvias.
  • El que recusa verdades obvias nos indigna hasta que descubrimos que es bobo.
  • La imbecilidad se deposita en el alma como un sedimento de los años.
  • Saber cuáles son las reformas que el mundo necesita es el único síntoma inequívoco de estupidez.
  • Los tontos creen que la humanidad sólo ahora sabe ciertas cosas importantes, cuando no hay nada importante que la humanidad no haya sabido desde del principio.
  • No hay opinión de bobo que no convenga oír, ni que convenga acatar.
  • Las cosas no andarían tan mal, si las ilusiones se les cayeran a los tontos con el pelo.
  • La mayoría de los hombres no tienen derecho a opinar, sino a oír.
  • Oír criticar tontamente lo que detestamos nos incita a defenderlo.
  • Para castigar una idea los dioses la condenan a entusiasmar al tonto.
  • La imbecilidad cambia de tema en cada época para que no la reconozcan.
  • Aunque tengamos que ceder al torrente de estupideces colectivas que nos arrastra en su corriente, no dejemos que nos disuelva en su fango.
  • La suprema ridiculez está en hacer hasta las trivialidades “por principio”.
  • En el hombre inteligente la fe es el único remedio de la angustia.
    Al tonto lo curan “razón”, “progreso”, alcohol, trabajo.
  • Entre las ideas sólo son inmortales las estúpidas.
  • La idea confusa atrae al tonto como al insecto la llama.
  • No les demos a las opiniones estúpidas el placer de escandalizarnos.
  • Nadie es importante durante largo tiempo sin volverse bobo.
  • Haciéndonos sentir inteligentes es como la naturaleza nos avisa que estamos diciendo tonterías.
  • La historia castiga inexorablemente la estupidez, pero no premia necesariamente la inteligencia.
  • La frontera entre la inteligencia y la estupidez es movediza.
  • Quienes se equivocan parcialmente nos irritan, quienes se equivocan totalmente nos divierten.
  • No confío en la inteligencia del que no se sorprenden de no ser siempre estúpido.
  • La calidad de una inteligencia depende menos de lo que entiende que de lo que la hace sonreír.
  • Confío menos en los argumentos de la razón que en las antipatías de la inteligencia.
  • Pasiones, apetitos, vicios -lo que tuerza la verdad- son los resortes de la inteligencia.
  • El libro no educa al que lo lee con el fin de educarse.
  • La inteligencia se arruina cuando quiere ser inteligente
  • Cuando nos urja aprender de algo mas vale interrogar al inteligente que lo ignora que al tonto que lo sabe
  • Llamemos inteligentes a los que se equivocan de determinada manera.
  • Inteligente es aquel a quien parece difícil lo que a los demás parece fácil.
  • Sólo es inteligente el que no teme estar de acuerdo con tontos.
  • El hombre no posee su inteligencia: su inteligencia lo visita.
  • La inteligencia debe batallar sin tregua contra la esclerosis de sus hallazgos.
  • Solo los años nos enseñan a manejar con tacto nuestra ignorancia.
  • Puesto que el diálogo con mediocres notoriamente nos apoca,
    ¿no será la poquedad de nuestros interlocutores, reflejo de nuestra mediocridad?
  • Aceptando de buen humor nuestra mediocridad, el desinterés con que gozamos de la inteligencia ajena nos vuelve casi inteligentes.
  • Los mediocres nos salvamos cuando somos tan mediocres que logramos verlo.
  • Lo que nos desconcierta cura momentáneamente nuestra tontería.
  • La humildad, como todas las virtudes, solo se le puede enseñar al orgulloso.
  • Defiende tu orgullo, para que tu humildad se hospede en limpios aposentos.
  • Nadie carece totalmente de cualidades capaces de despertar nuestro respeto, nuestra admiración, o nuestra envidia. Quien parezca incapaz de darnos ejemplo ha sido negligentemente observado.
  • No debemos confundir lo que merece respeto en la cosa con la cosa misma.
  • Nadie es inocente ni de lo que hace ni de lo que cree.
  • A los seres se les puede perdonar lo que hacen, pero no lo que son.
  • El perdón es la forma más sublime del desprecio.
  • Nuestra tolerancia crece con nuestro desdén.
  • Tolerar hasta ideas estúpidas puede ser virtud social; pero es virtud que tarde o temprano recibe su castigo.