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Introducción Personal


He tenido 5 maestros espirituales. 4 de ellos se organizan en parejas, uno es solitario. Mis maestros han sido Mi Padre y Richard Bach por un lado, Beethoven y Wittgenstein (el del Tractatus) por el otro. 

Mi Maestro solitario se llama Nicolás Gómez Dávila.

Conocí a NGD por una amiga muy especial a la que le debo más de lo que puedo mencionar. Ella me presentó sus libros con una pasión que a mi en ese momento me parecía inexplicable. Pero leí, seguí leyendo de manera voraz, y luego leí mucho más.
En la actualidad, después de releerlo (otra vez), comprendo que en una mente adolescente de 17 años la insolencia de los pensamientos de Nicolás Gómez Dávila deja huellas indelebles que se pirograban en sangre en el cerebro. Su influencia en mi mente y espíritu superan lo que yo mismo puedo imaginar. Sus pensamientos en mi se han vuelto instinto irreflexivo, vivo mi vida bajo los preceptos estético-éticos de su oscura luminosidad.
De él he aprendido a ser orgulloso, humilde, malicioso, ofensivo, pesimista, desprevenido del mundo, indiferente y silencioso. En sus manos he aprendido a mirar con asco e ironía. He sentido en mi corazón a través de él lo que es el amor y lo que es el odio.
Muchos días enteros deliciosos los ocupé leyendo sus textos, transcribiéndolos en libretas caóticas que debo leer ahora con cuidado pues se han transformado, años después, en desagradables cultivos micóticos y en ergástulos de minúsculos insectos que mientras paso las páginas intento mantener apartados de mis dedos con honorable respeto.
Me he puesto hoy a la tarea de transcribir en digital esas libretas. No todo lo que esta en ellas se encontrará aquí, en esta colección. He omitido muchas cosas porque, según he aprendido por él mismo, hay temas de los que no se puede hablar sino con cómplices, entre ellos la política.
He omitido también su pensamiento sobre el catolicismo y el cristianismo, pues comparto muy poco sus ideas concretas sobre esos temas (aunque sí con más fuerza su crítica a la institución de la iglesía propiamente hablando). Me he ahorrado también asuntos muy precisos relacionados con la literatura, la historia y la filosofía. He dejado sólo los escolios más puros, los más generales y los que para mi son no tanto mandamientos sino honorables arrugas indelebles en mi vida. Cada vez que lo leo me convenzo más que mi ser es lo que es a partir de esas lecturas.
Para mi la creación de este espacio es un homenaje, pero también es un acto de reafirmación rebelde en su pensamiento. Tantas veces he conocido el rechazo y el odio de los otros al hacer explícitas las ideas davilianas detrás de mis actos, tantas veces me han mirado con terror o con nauseabunda sorpresa cuando mi sinceridad aflora en una alabanza de su sabiduría, tantas veces que ahora también yo me precio de ser solitario y callado. He aprendido que parecer bobo es la actitud social más conveniente.
Hubiera podido hacer de esta introducción una aburrida reflexión sobre su estilo y pensamiento, a modo de comentario académico. Pero ¿a que viene el intentar comentar lo que en la lectura directa es de suyo evidente?. Por otro lado, el interesado en la vida y obra de Nicolás, pues que busque enInternet.
Saber que entre muchos Nicolás Gómez Dávila tiene fama de fascita y de otras cosas peores... Es triste, aunque sospecho que eso no hace sino confirmar muchas de sus ideas, él mismo diría (como digo yo) que de ciertas personas es más tranquilizador el ser despreciado que respetado. Siento, por el contrario, que ese señor ha salvado mi alma del infierno, de la mediocridad (sospecho que son la misma cosa). Podría decir que el único santo que conoce mi alma es Nicolás Gómez Dávila, lo podría decir sólo si yo y él creyéramos en hombres santos.

1 comentario:

Anónimo dijo...

enm... Sandra es bonita ja

cambia el curso de Derrida y dicta uno nuevo por favor, ya sea de este man que tanto te gusta o de Husserl o Hiedegger