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La Humanidad y la Vida Moderna

I
  • Nadie me inducirá a absolver la naturaleza humana porque me conozco a mi mismo.
  • La humanidad solo cambia la retórica de sus estupideces.
  • Humano es el adjetivo que sirve para justificar cualquier vileza.
  • La humanidad cree remediar sus errores reiterándolos.
  • Reformar a los demás es ambición de que todos se mofan y que todos abrigan.
  • Cuando sólo se enfrentan soluciones burdas, es difícil opinar con sutileza. La grosería es el pasaporte de este siglo.
  • La sabiduría, en este siglo, consiste ante todo en saber soportar la vulgaridad sin irritarse.
  • En este siglo de muchedumbres trashumantes que profanan todo lugar ilustre, el único homenaje que un peregrino reverente puede rendir a un santuario venerable es el de no visitarlo.
  • El joven se enorgullece de su juventud como si no fuese privilegio que tuvo hasta el más bobo.
  • El crecimiento de la población inquieta al demógrafo, solamente cuando teme que estorbe el progreso económico o que dificulte la alimentación de las masas.
    Pero que el hombre necesite soledad, que la proliferación humana produzca sociedades crueles, que se requiera distancia entre los hombres para que el espíritu respire, lo tiene sin cuidado.
    La calidad del hombre no le importa.
  • El hombre moderno no ama, sino se refugia en el amor; no espera, sino se refugia en la esperanza; no cree, sino se refugia en un dogma.
  • El moderno llama deber su ambición.
  • En el lóbrego y sofocante edificio del mundo, el claustro es el espacio abierto al sol y al aire.
  • La vida común es tan mísera que el más infeliz puede ser víctima de la codicia del vecino.
  • La virtud que no duda de sí misma culmina en atentados contra el mundo.
  • El individuo busca el calor de la muchedumbre, en este siglo, para defenderse del frío que emana del cadáver del mundo.
  • No es tanto que la mentalidad moderna niegue la existencia de Dios como que no logra dar sentido al vocablo.
  • Los dioses son campesinos que no acompañan al hombre sino hasta las puertas de las grandes urbes.
  • No acusemos al moderno de haber matado a Dios. Ese crimen no está a su alcance.
    Sino de haber matado a los dioses.
    Dios sigue intacto, pero el universo se marchita y se pudre porque los dioses subalternos perecieron.
  • Temblemos si no sentimos, en este abyecto mundo moderno, que el prójimo, cada día, es menos nuestro semejante.
  • Se aproxima la época en que la naturaleza, desalojada por el hombre, no sobrevivirá sino en herbarios y en museos.
  • El hombre actual no vive en el espacio y en el tiempo.
    Sino en la geometría y los cronómetros.
  • Con la aparición de relaciones “racionales” entre los individuos, se inicia el proceso de putrefacción de una sociedad.
  • Ser moderno es ver fríamente la muerte ajena y no pensar nunca en la propia.
  • Las almas modernas ni siquiera se corrompen, se oxidan.
  • Mientras el hombre no despierte de su actual borrachera de soberbia, nada vale la pena intentar.
    Sólo miradas que no desenfoca el orgullo logran esa visión lúcida del mundo que confirma nuestra prédica.
  • El hombre moderno trata al universo como un demente a un idiota.
  • La historia moderna es el diálogo entre dos hombres uno que cree en Dios, otro que se cree dios.
  • Los hombres se reparten entre los que se complican la vida para ganarse el alma y los que se gastan el alma para facilitarse la vida.
  • El mundo moderno no será castigado.
    Es el castigo.
  • El hombre tiende a la superficialidad como el corcho hacia la superficie.
  • Nuestra alma tiene porvenir.
    La humanidad no tiene ninguno.
  • Al que pregunte con angustia qué toca hacer hoy, contestemos con probidad que hoy sólo cabe una lucidez impotente.
  • Entre los inventos de la soberbia humana se desliza finalmente uno que los destruye a todos.
  • Innúmeros problemas provienen del método con que pretendemos resolverlos.
  • Al mundo moderno precisamente lo condena todo aquello con que el moderno pretende justificarlo.
  • La fealdad del rostro moderno es fenómeno ético.
  • Nadar contra la corriente no es necedad si las aguas corren hacia cataratas.
  • Después de ver el trabajo explotar y arrasar el mundo, la pereza parece madre de las virtudes.
  • El moderno se imagina que basta abrir las ventanas para curar la infección del alma, que no se necesita barrer la basura.
  • El moderno ignora la positividad del silencio. Ignora que son muchas las cosas de las cuales no se puede hablar sin deformarlas automáticamente.
  • Después de resolver un problema, la humanidad se imagina hallar en soluciones análogas la clave de todos.
    Toda solución auténtica arrastra un cortejo de soluciones grotescas.
  • “Revolucionario” significa hoy individuo para quien la vulgaridad moderna no está triunfando con suficiente rapidez.
  • La plena vileza del hombre no se patentiza sino en las grandes agrupaciones urbanas.
  • El pueblo hoy no se siente libre sino cuando se siente autorizado a no respetar nada.
  • El moderno perdió el alma y no es más ya que la suma de sus comportamientos.
  • La presión demográfica embrutece.
  • El mundo moderno resultó de la confluencia de tres series causales independientes: la expansión demográfica, la propaganda democrática, la revolución industrial.
  • El tan decantado “dominio del hombre sobre la naturaleza” resultó ser meramente una inmensa capacidad homicida.
  • La urbe moderna no es una ciudad, es una enfermedad.
  • No es meramente que la basura humana se acumula en las ciudades, es que las ciudades vuelven basura lo que en ellas se acumula.
  • El moderno llama “cambio” caminar más rápidamente por el mismo camino en la misma dirección.
    El mundo, en los últimos trescientos años, no ha cambiado sino en ese sentido.
    La simple propuesta de un verdadero cambio escandaliza y aterra al moderno.
  • La más ominosa de las perversiones modernas es la vergüenza de parecer ingenuos sino coqueteamos con el mal.
  • La civilización moderna recluta automáticamente a todo el que se mueva.
  • La negación radical de la religión es la más dogmática de las posiciones religiosas.
  • Tengo un solo tema: la soberbia.
    Toda mancha es su huella.
  • El alma es cantidad que decrece a medida que más individuos se agrupan.
  • La humanidad es el único dios totalmente falso.
  • Si el hombre llegare a fabricar un hombre, el enigma del hombre no habrá sido descifrado sino entenebrecido.
  • Entre el animal y el hombre no hay más barrera que una empalizada de tabús.
  • Respetemos los dos polos del hombre: individuo concreto, espíritu humano.
    Pero no su zona media de animal opinante.
  • Hoy no hay por quien luchar.
    Solamente contra quien.
  • Nada asegura al hombre que lo que inventa no lo mata.
  • El mundo moderno no es una calamidad definitiva. Existen depósitos clandestinos de armas.
  • No conviene que la humanidad limite sus poderes de destrucción mientras no limite los de construcción.
  • Para excusar sus atentados contra el mundo el hombre resolvió que la materia es inerte.
  • La resistencia es inútil cuando todo se conjura en el mundo para destruir lo que admiramos. Siempre nos queda, sin embargo, un alma insobornable para contemplar, para juzgar, y para desdeñar.
  • Los que ponen su esperanza en el mundo son apenas mas necios que los que el espectáculo del mundo no los divierte.
  • El hombre no es sino espectador de su impotencia.
  • Todo grito de soberbia humana acaba en grito de angustia.
  • Alegrarse malévolamente con los descalabros de la sociedad moderna no es gozar de las humillaciones del hombre. Es aplaudir los fracasos de la voluntad siniestra que lo mueve.
  • Toda rebelión contra el orden del hombre es noble, mientras no disfrace una rebeldía contra el orden del mundo. En tal caso es ridícula.
  • Para que valga la pena jugar más vale que algunas catástrofes cambien el juego.
  • Lo "racional" consiste en prolongar la vida, evitar el dolor, satisfacer el hambre y el sexo. Sólo una definición semejante esclarece el discurso de los últimos siglos.
  • Uno a uno tal vez los hombres sean nuestros prójimos, pero amontonados no lo son.
  • Un solo ser puede bastarte. Pero que jamás te baste el hombre.
  • La ausencia del hombre es la condición ultima de la perfección de toda cosa.
  • En este siglo toda empresa colectiva edifica prisiones. Solo el egoísmo nos impide colaborar en vilezas.
  • Cualquier experiencia compartida termina en simulacro de religión.
  • Nuestra ultima esperanza esta en la injusticia de Dios.
  • Dios es el estorbo del hombre moderno.
  • Mientras mas tarda la naturaleza en vengar los delitos que contra ella se cometen, más cruel es su venganza.
II
  • El roce social no pule, empuerca.
  • Pensar como nuestros contemporáneos es la receta de la prosperidad y de la estupidez.
  • Al tonto no lo impresiona sino lo reciente. Nada, para el hombre inteligente, depende de su fecha.
  • ¿Qué importa que nos condenen quienes no comparten ideas similares?.
  • Cuando el diálogo es el último recurso, la situación ya no tiene remedio.
  • Los partidarios de una causa suelen ser los mejores argumentos contra ella.
  • Cuando oímos exclamar: “muy civilizado”, “muy humano”, no debemos vacilar, se trata de una abyecta porquería
  • Un pueblo libre presenta un espectáculo estéticamente lamentable.
  • Cuando oigo pronunciar la palabra “razón”, o sus familiares, me dispongo a escuchar una frase sinsentido.
  • La razón es una mano que oprime nuestro pecho para aplacar el latir de nuestro corazón desordenado.
  • El tonto halla desierto todo lugar noble en que se introduzca.
  • Monótono, como la obscenidad.
  • Es en el rostro del que escupe algo noble donde toca limpiar el esputo.
  • Hay que aprender a manejar las armas del adversario, pero con el debido asco.
  • El gesto espontáneo y el gesto ritual pertenecen a categorías distintas, pero tiene igual rango. Nada hay en cambio más bajo que la espontaneidad reglamentada, la mueca demagógica.
  • Lo que permite soportar a los demás es la posibilidad de convertirlos en relato.
  • La misantropía acecha al que no tiene mirada de entomólogo.
  • Pagaría con gusto para no hacer la mayoría de las cosas que los demás pagan por hacer.
  • El que se precia de "haber vivido mucho" debe callar para no demostrarnos que no ha entendido nada.
  • La gente suele buscar el origen de lo que la asombra donde esta el eco.
  • Al observar quienes obtienen lo que deseamos nos importa menos obtenerlo.
  • Todo individuo con “ideales” es un asesino potencial.
  • El prestigio de la “cultura” hace comer al tonto sin hambre.
  • El adolescente quiere rugir, pero sólo logra rebuznar.
  • Los adolescentes alzan vuelo con el desdén de las águilas, y pronto, se estrellan fofamente contra el suelo como pretenciosas aves de corral.
  • Pocos hombres soportarían su vida si no se sintiesen víctimas de la suerte. Llamar injusticia la justicia es el más popular de los consuelos.
  • Cada individuo llama “cultura” la suma de las cosas que mira con aburrición respetuosa.
  • Cupo a este siglo el privilegio de inventar el pedantismo de la obscenidad.
  • En ninguna época anterior tuvieron las letras y las artes mayor popularidad que en la nuestra. Artes y letras han invadido la escuela, la prensa y los almanaques.
    Ninguna otra, sin embargo, fabricó objetos tan feos, ni soñó sueños tan ramplones, ni adoptó tan sórdidas ideas.
    Se dice que el público está mejor educado. Pero no se le nota.
  • La sociedad moderna está aboliendo la prostitución mediante la promiscuidad.
  • Los medios actuales de comunicación le permiten al ciudadano moderno enterarse de todo sin entender nada.
  • Los museos son el invento de una humanidad que no tiene puesto para las obras de arte, ni en su casa, ni en su vida.
  • Creemos en muchas cosas en que no creemos creer.
  • Mientras las diversiones sean suficientemente vulgares nadie protesta.
  • El envilecimiento es el precio actual de la fraternidad.
  • Hoy se llama “tener sentido común” no protestar contra lo abyecto.
  • Ya no existen ancianos sino jóvenes decrépitos.
  • El moderno se asorda de música, para no oírse.
  • Para lo que se necesita atrevimiento hoy es para no contribuir a ensuciar.
  • La vulgaridad colonizó la tierra.
    El hombre moderno no defiende enérgicamente sino su derecho a la crápula.
  • El hombre ya no sabe inventar nada que no sirva para matar mejor o para vulgarizar el mundo un poco más.
  • Más que la inmoralidad del mundo actual, es su fealdad creciente lo que incita a soñar en un claustro.
  • Crece en el mundo moderno el número de teorías que sólo vale la pena refutar alzando los hombros.
  • La sociedad moderna trabaja afanosamente para poner la vulgaridad al alcance de todos.
  • Llaman “fomentar la cultura” coronar a mediocres.
  • Hay momentos en que el peor defecto, peor delito, peor pecado, parece ser la mala educación.
  • Escribir es la única manera de distanciarse del siglo en el que le cupo a uno nacer.
  • El alma de los jóvenes aburriría menos, sino la exhibieran tanto.
  • El suicidio más acostumbrado en nuestro tiempo consiste en pegarse un balazo en el alma.
  • Las extravagancias del arte moderno están enseñándonos a apreciar debidamente las insipideces del arte clásico.
  • El universo no se venga de quienes lo tratan como mecanismo inánime, haciéndolos morir humillados, sino prósperos y embrutecidos.
  • No demos a nadie la ocasión de ser vil.
    La aprovecha.
  • El hombre se esfuerza en demostrar para eludir el riesgo finalmente ineludible de asumir.
  • Al repudiar los ritos, el hombre se reduce a animal que copula y come.
  • Las personas sin imaginación nos congelan el alma.
  • Los gestos públicos deberían estar regulados por el más estricto formalismo para impedir esa espontaneidad fingida que tanto place al tonto.
  • Hoy pretenden que perdonar sea negar que hubo delito.
  • El pecado deja de parecer ficción, cuando hemos recibido en plena cara el impacto de su vulgaridad estética.
  • La pasividad de las cosas nos engaña: nada manipulamos con descaro sin herir a un dios.
  • “Encontrarse”, para el moderno, quiere decir disolverse en una colectividad cualquiera.
  • Los que niegan la existencia de rangos no se imaginan con cuánta claridad los demás les ven el suyo.
  • No todo nos traiciona pero no hay nada que no pueda traicionarnos.
  • La inopia estética de una sociedad crece proporcionalmente al número de caballos de fuerza que instale.
  • La franqueza de quien no se respeta a sí mismo se convierte en simple falta de vergüenza.
  • Quien nos traiciona nunca nos perdona su traición.
  • No es para admirar para lo que se necesita hoy intrepidez, es para reprobar.
  • No debemos asustarnos: lo que admiramos no muere. Ni regocijarnos: lo que detestamos tampoco.
  • El ruido es invento moderno.
  • Quien no gusta de lo obsoleto no puede saber si tiene gustos auténticos.
  • Despoblar y reforestar. Primera pauta civilizadora.
  • Las grandes explicaciones imbéciles del comportamiento humano explican adecuadamente al que las adopta.
  • Los libros del incrédulo constituyen la verdadera apologética de la fe.
  • El terror y la ética son hermanos.
  • El destino del mundo siempre esta en manos de un transeúnte desconocido.
  • El hombre no crea sus Dioses a su imagen y semejanza, sino que se concibe a la imagen y semejanza de los Dioses en que cree.
  • La hipocresía no es la herramienta del hipócrita sino su prisión.
  • No trato de envenenar las fuentes. Sino de mostrar que están envenenadas.